Localización: Camino acceso a la Cascada de Sorrosal.
Coordenadas. 735842 4721168 30 N
Textos Esperanza Fernández (Geopage)
La cascada del Sorrosal es una auténtica obra de arte generada por la acción de dos grandes escultores: el hielo de un glaciar y el agua de un torrente. Ambos tallaron un material especial: rocas de aspecto rítmico y geométrico, nacidas en antiguos fondos marinos y posteriormente plegadas durante la formación de los Pirineos.
Para comprender su origen basta observar el lugar donde nos encontramos: estamos a unos 900m de altitud, en la confluencia de dos valles, el de Broto, recorrido por el río Ara, y el de Sorrosal, un valle colgado a unos 125 m de altura sobre nuestra posición: La pregunta en este punto es ¿a qué se debe la diferencia de altitud entre ambos valles?
Durante la Edad del Hielo este lugar estaba ocupado por una enorme lengua de hielo, de más de 30 kms de longitud y de unos 370 m de espesor. En su avance, el glaciar arrancaba materiales del suelo y de las paredes del valle, bloques y arenas que arrastraba y usaba a modo de cincel, tallando la depresión abierta que hoy llamamos valle de Broto
Al mismo tiempo, el río Sorrosal, alimentado por un pequeño glaciar en su cabecera, labraba el valle en el que hoy se asienta Linás de Broto. La fuerza erosiva de un río es mucho menor que la de un glaciar, así que Sorrosal no pudo excavar un valle tan profundo como el glaciar de Broto. En esencia, ambos compitieron en una carrera geológica del tipo "quien excava más rápido".
En construcción
Pero, aunque el hielo va ganando, la competición no ha terminado. Hoy día son varios los procesos geológicos que trabajan erosionando estas rocas. El agua y los sedimentos que se precipitan por la cascada siguen tallando este anfiteatro natural, provocando la caída de rocas, la formación de hoyos en la base y el retroceso del salto de agua. Estos son los procesos que han modelado el paisaje y que continúan haciéndolo aquí y ahora, delante de nuestros ojos.
La cascada del Sorrosal es un lugar que permite disfrutar de las experiencias simples pero enriquecedoras que proporciona la naturaleza. Aquí podemos sentir la roca vibrando bajo nuestros pies. Cuando el agua del deshielo cae en tromba, nuestro pecho palpita al ritmo de su estruendo. En ocasiones, la hipnótica geometría de las rocas queda tamizada por el spray del agua, que humedece nuestro rostro. En los meses de verano, la piscina natural de su base nos invita a compartir juegos acuáticos. Y la belleza del anfiteatro despierta, especialmente en los amantes de la escalada, un inevitable deseo de ascender allí donde el agua se agolpa antes de lanzarse al vacío.
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